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Silicon Valley Bank: ¡O eres big, o fail!

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“Si la crisis tiene una sola lección, es que se debe resolver el problema de demasiado grande para quebrar”. Ben Bernanke

A falta de menos de 12 horas del preciso momento en el que se publique mi tribuna semanal de opinión, la FED y el SIPIC siguen reunidos tratando de corregir un error que será irreversible si no median una solución antes de la apertura de Wall Street. Al permitir que el Silicon Valley Bank quiebre sin proteger a todos los depositantes mediante la propia quiebra del SVB, en vez de mediar para dividir el banco entre Citigroup, JP Morgan, Bank of America o Wells Fargo, el pánico respecto a los depósitos bancarios en entidades regionales podría romper nuevamente el mercado, especialmente el sector bancario, en lo que tiene mimbres de convertirse en el ‘black swan’ de 2023.

¿Estamos ante un nuevo Lehman Brothers?, ¿supone el Silicon Valley Bank lo que en su día sugirió la quiebra de Fannie Mae y Freddie Mac? Mi respuesta es contundente y clara: ¡NO! ¿Ello supone que estamos a salvo de un evento de volatilidad? ¡Tampoco! Sin duda si la FED no busca remedio prepárense para las curvas durante las próximas semanas. Yo, en su lugar, estaría más que muy atento a este grave e inesperado hecho. Si me permiten, voy a desmembrarlo con lo que nadie dice para ustedes, y con mucho gusto.

En primer lugar, más allá de lo que se comenta, el Silicon Valley Bank no es uno de los grandes bancos comerciales de América, aunque sí podríamos catalogarlo como uno de los principales bancos medianos de Estados Unidos con más de 170.000 millones de USD en depósitos, lo cual lo hace muy peligroso.

Las principales diferencias entre este hecho y el evento de 2008 es el colateral, por aquel entonces el colateral era la burbuja hipotecaria, siendo garante de toda la ingente burbuja financiera las hipotecas ‘subprime’ vendidas en gran medida mediante fondos de inversión apalancados. Este hecho provocó que todo el sistema financiero estuviera intoxicado de bonos basura impagados, y encima bajo compras apalancadas. La gran diferencia con la crisis actual, es que el garante es el gobierno americano con entidades sustancialmente más capitalizadas, algo que en mi opinión debería tranquilizarnos.

Está claro que la caída del Silicon Valley Bank corre a cargo de sus gerentes, puesto que si bien era uno de los bancos más capitalizados de Estados Unidos, con un ratio de capital Tier 1 del 12% (solamente superado por Citigroup y JP Morgan), era el único banco que no había hecho los deberes, ninguneando el riesgo que podrían ocasionar las pérdidas latentes del colapso provocado en el mercado de deuda del año pasado.

Sin duda, el ajuste después de impuestos por las pérdidas provocadas en la cartera de deuda Tier 1, no había sido cubierto ni al 0,10% del total de las mismas, siendo este el grandísimo error del Silicon Valley Bank. Como bien me encanta decir, las compañías financieras son… digámoslo claro, un esquema ponzi “legal” tras la fatídica Ley de Peel creada en 1.844 que permite la creación de un sistema de reserva fraccionaria en vez de un sistema con coeficiente de caja del 100%.

Otro ejemplo de cómo los problemas siempre tienen origen en la mala regulación, ¿no creen? Pues, ¡adivinen! Hecha la ley, aparecen los tramposos. Y claro, el Silicon Valley Bank debió pensar que las pérdidas latentes sobre el bono americano no suponían un problema en el cálculo del Tier 1, y que, por lo tanto, era mejor idea repartir un buen dividendo que provisionar en busca de reforzar los recursos propios.

Esta espada de Damocles es realmente un problema, y ahora sabemos por dónde gotea la ingente burbuja creada por los bancos centrales. Y es que tras una década de compras activas en el mercado de deuda, la inflación ha exigido un cambio drástico en la política monetaria, destruyendo el valor creado en la burbuja y provocando el mayor crash de la renta fija que se conoce, en el transcurso del año pasado. Este hecho ha dejado la friolera de alrededor de 650.000 millones de USD en pérdidas entre los activos en manos de los bancos privados de Estados Unidos, ¡pagaría por verles la cara ahora mismo! Tremendo.

Sin embargo, si bien podemos comprender con estos hechos la gravedad del asunto, lo cierto es que el peligro radica en la obligatoriedad de aflorar las pérdidas que tienen los bancos privados antes de que el gobierno americano vaya amortizando los bonos a medida que estos venzan, y eso solamente se puede producir con un pánico entre depositarios, como ha sido el caso del Silicon Valley Bank. El hecho de que los depositantes prefieran comprar letras del tesoro americano al 5% en vez de dejarlas en depósitos remunerados con nulas rentabilidades, es el principal detonante. ¿El segundo? El pánico al correrse la voz de que el banco y sus tripulantes no habían hecho los deberes.

Así que en Blackbird creemos que la solución es simple, dar seguridad jurídica a los depositantes mediante la creación de un instrumento temporal que garantice más allá de los 250.000 USD por depositante, y que los bancos privados compitan en remuneración con el activo libre de riesgo, aunque obviamente ello pese en sus márgenes. Evitar la fuga de depósitos mediante garantías y remuneración es la auténtica solución a un problema que, o se resuelve por sí solo, o tenemos 650.000 millones de dólares de razones para estar preocupados.

Como ven, los fallos humanos y una regulación que por exceso, ha cambiado paradójicamente las reglas de juego en favor de los bancos sistémicos, son el factor detonante de esta paradójica crisis que ha dejado en burdo aquello que trató de defender Mr. Bernanke y el patético ‘establishment’ en una nueva comedia de manipulación a la opinión pública, mediante el denominado “too big to fail” (demasiado grande para quebrar).

El riesgo moral que supone un banco sistémico implica unas reglas de juego a su favor, y son que un banco no puede quebrar si es sistémico, porque en caso contrario, ¡caemos todos! Dicho todo lo cual, ¡si no lo digo reviento! Por más que algunos pobres políticos se empeñen en convencernos que topando hipotecas y gravando con impuestos los beneficios “caídos del cielo” harán un mundo mejor, lo cierto es que la única realidad es que esos mismos beneficios caídos del cielo pueden ayudar a capitalizar mejor unas entidades, que como vemos, necesitan capitalizarse en épocas de excesos para evitar casos que como el Silicon Valley Bank, ocurren cada vez que estalla una crisis financiera.

Hoy les afirmo sin pudor que el exceso de regulación y la norma contable es claramente un trato de favor hacia la banca sistémica, y digo yo… quizás el debate no debería estar en el riesgo moral, sino en cambiar una regulación que fuera más permisiva y libre para con los bancos a cambio de un coeficiente de caja del 100%, rompiendo así el inmundo chantaje al que nos tiene sometidos la fatídica Ley de Peel. Y colorín colorado, atrás quedó aquello de ‘too big to fail’ señores, en esta nueva era ¡o eres big, o fail!

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